los hogares son ocres, son cúbicos
los vidrios están limpios, tienen invisible la tristeza
el paisaje se mueve suavemente
los ojos de los niños podrían arder
la voz pesada de papá
se hace risas contra las paredes
las blancas cortinas de tul
acarician intrusos que no tienen cuerpo
la madre se pregunta si es dolor
aquello que se inquieta en los sótanos de la pìel
la niña, en cambio, no deja de soñar
incompleto su pájaro la espera entre árboles de fuego
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